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A lomo de yegua Paula llega a la meta

A lomo de yegua Paula llega a la meta

 

 

A simple vista Paula Andrea parece una estudiante más del Nodo Urabá, pero su historia está llena de propósitos cumplidos.

 

 

 

 

 

Está tomando el curso de Excel en el Nodo Subregional Urabá, en Arboletes. Lo hace por las ganas de aprender algo nuevo e importante. Además,       estudia   los      sábados       Asistencia administrativa en una institución técnica de San Juan de Urabá.

 

Hace casi dos meses que llega juiciosa y dispuesta a las clases con el profe Bernardo León Hoyos. Paula se destaca, no solo por su léxico amplio y refinado, sino por su sonrisa limpia y sus ganas de aprender.

 

Tiene dos hermanos mayores y dos veces por semana sale de su casa, en la vereda Cañabrava, a lomo de yegua para tomar clases en Arboletes o en San Juan de Urabá.

 

Todo será como lo he soñado, sobre todo, porque cuento con el impulso que me dan mis hijos. Por ejemplo, mi niño y yo estamos haciendo el curso de Excel aquí en el Nodo de Arboletes, venimos los sábados desde el resguardo. Yo sé que necesito ese conocimiento para hacer la carrera, me da mucha risa darme cuenta de que cuando no entiendo un tema, es mi hijo el que me lo explica... ya por eso, todo vale la pena.

 

Invierte más de una hora para llegar a la carretera entre los dos pueblos. Allí aborda un mototaxi hasta su destino, el Nodo Subregional. “Mi objetivo es seguir adelante. Ya estudié Asistencia en Función Pública y cuando termine quiero inscribirme en Administración de Empresas en la IU Digital”.

 

En su vereda la conexión a internet es inestable, por lo que debe ir al colegio a esperar que la señal muerda el anzuelo.

 

 

 

 

En la IU Digital le apostamos a la formación desde el semestre cero

 

 

Durante el confinamiento terminó el bachillerato, gracias a que compró un computador que pudo pagar al vender una cría de su yegua. Con eso pagó la cuota inicial y sus padres le ayudaron con el resto.

 

Sueña con tener una granja agrícola que genere bienestar social en Urabá. Seguro que lo logra, porque tiene apenas 19 años y el porvenir le sonríe a quienes, como ella, se atreven a soñar.